Estar allí y no aquí.
Respirar frío y ver verde.
Sentir la marea bajo mis pies.
Sentir un cálido abrazo en un frío invierno.
Calentarme las manos con una taza de café.
Los pequeños detalles que las personas pueden mostrar hacia mi.
Que me hagan sonreír.
Planear un viaje hacia el norte, siempre me hace sentir bien.
Sentir el frío en mi cuerpo a primera hora de la mañana mientras espero el tren para dirigirme a un lugar en el cual aprenderé, jugaré y reiré.
Leer en un banco del parque, al solecico, esperando a que se haga la hora de un curso.
Los cafés cotidianos.
Sentir el beso del sol con los ojos cerrados mientras esperas el tren.
Leer en el tren durante 38 minutos de reloj.
Reír sin parar contigo.
Charlas infinitas.
Bailar hasta quedar agotada sin importar a quién pueda tener a mi alrededor...
Viajar.
Fotografiar cada lugar al que voy.
Ver el cielo azul, con y sin nubes esponjosas.
Ver las estrellas e intentar acordarme de las constelaciones.
Saber que soy capaz, que puedo conseguir todo lo que me proponga.
Hablar otros idiomas.
Conocer gente, conocer mundo.
El norte, mi querido norte.
Es curioso, tras leer esta frase (título) en el tablón de un compañero me han venido tantos recuerdos a la cabeza...
No hay comentarios:
Publicar un comentario