martes, 5 de abril de 2011

Vivir como si no hubiera un mañana


Cuando sonó el despertador sacó la mano de entre las mantas para parar esa maldita alarma, esa maldita melodía que sonaba día tras día.
No lograba encontrar el despertador hasta que de repente lo tiró al suelo, al pasar su mano por toda la mesilla. No tuvo otra opción que levantarse de la cama a tientas para encontrar el despertador, hasta que lo pisó con el pie derecho. Grace olvidó darle al interruptor para encender la luz, y así ver de una vez. Al iluminarse su habitación pudo comprobar que uno de sus calcetines había desaparecido entre las mantas. (Grace y esas cosas, así era ella).
Otra mañana de madrugar, de ver en su reloj de mano, las 6.05 a.m
Tras unos minutos y asimilar que era otro nuevo día se preparó para marchar de casa.
La ducha, el desayuno, el ruido de los coches al pasar por la calle no fue suficiente para despertarse.
Al salir de casa sintió una ráfaga de aire frío en su cara, así que se subió la cremallera de su abrigo y se puso la bufanda que sostenía en sus manos, hasta taparle la nariz.
Una caminata de media hora la separaba del tren que la llevaba día sí y día también al trabajo.
Esa caminata debería de ser lo suficientemente "larga" como para despertarla.
Esa mañana se encontró por el camino gente que sonreía, algunos cantaban en su coches y vivían las canciones aunque no podía escucharlas, otros tenían cara que ni en pintura de serios y por último estaban los locos mañaneros, que iban en coche, con las ventanillas bajadas y con la música tan fuerte a las 6.30 a.m ¿Qué horas eran esas? Con el frío que hacía..y el sueño que tenía..(Grace alucinó al verlos, realmente sorprendente).
Al llegar a la estación no tuvo que esperar mucho tiempo a aquella "maquinita" que según su hermano Henry hacía: chu-cu-chu--chuu.
Lo echaba de menos. Cada mañana se acordaba de él, de mamá, de papá..de su familia al irse a otra ciudad a trabajar.
Hacia cuatro meses que no los visitaba. El trabajo no le había dado un respiro para hacer una escapada, para ir al sur de la península.
Cuando quiso darse cuenta ya estaba sentada en el segundo vagón, en el lado derecho, pegada a la ventanilla, junto al calor que desprendía el tren. Sumida en el mar de su pensamiento, pensando en la familia, en ella, en Louise, en él de vez en cuando, en viajar..Lo cual era imposible en ese momento para Grace; no por el dinero, pero sí por el trabajo. La ahogaba.
Quizás en un mes podría ir a ver a los suyos. Su contrato finalizaba y tal vez no se lo renovarían, ¿no? En cierto modo quería poder despedirse al fin de aquella empresa, de aquel jefe tan amargado...
Un mes de asfixia, tendría que aguantar.
No tenía a nada, ni nadie allí, para que evitase que marchara de nuevo a su hogar de niñez o quizás a otro. No tenía a quien esperar, ni a quien abrazar.
Sus compañeros de trabajo no eran amigos, ellos/as no contaban. Podrían quedar para un café, ¿por qué no? Pero había algo en ellos que no era de su agrado; quizás por ser compañeros de trabajo, los cuales eran muy competitivos entre sí.
Estar separada de casa, a 683 km no daba para elegir entre muchas opciones.
Grace conoció a gente donde vivía actualmente, pero realmente no era lo que esperaba.
Quizás ése no era su lugar, quizás debía marchar al norte, o al oeste, o al este, ¿Dónde ir cuando se está perdida? Una vez le dijeron: El caballo no es de donde nace, sino de donde pace. ¡Qué gran verdad! O así lo creía Grace...
De repente el traqueteo del tren la hizo volver a la realidad, en sí. Observó la montaña que se encontraba justo a la derecha de ella; las nubes rozaban la cima...Qué maravilla por pequeños segundos.
Miró el reloj, eran las 7.27 a.m, le quedaban once minutos para llegar, echar a andar y poner buena cara en la oficina.
No era feliz, eso no era vida, no era lo que quería...¡No era su sueño!
¿Por qué? ¿Por qué pasan ciertas cosas a veces? ¿Por qué cuando al principio de la juventud todo es tan maravillo y puedes conocer a alguien especial y luego tener que marchar por la distancia? Aún recordaba Grace aquellos momentos de su vida, aún se hacía estas preguntas.
Pasados los años, tiene un trabajo, un buen sueldo, dinero para viajar...pero, ¿con quién?, ¿amigas? no las tenía allí, ¿pareja? aún no había llegado...quién sabe si llegaría...
Ya empezaba a echar de menos a tantas personas, y algunas que aún no llegaron a su vida. Echaba de menos el amor.
El tren comenzaba a reducir velocidad y el paisaje de montañas y nubes se había transformado en altos edificios, autobuses y un gran tráfico.
Su jornada laboral la esperaba.
Al bajar del tren, comenzó a caminar y al mismo instante sintió la caricia de finas gotas de agua sobre su piel...El cielo estaba cubierto de un gris intenso.
-Genial, pensó. Para ser lunes empiezo bien la semana, dejándome el paraguas en casa y con los autobuses en huelga. Genial. Dios sabe cuando llegaré a la oficina, espero no llegar tarde.
Utilizó su bufanda como gorro de lana y caminó hacia el lugar obligado, poco acogedor y siniestro que era su oficina.
Si no la despedían, ya se despediría ella misma. Esto no podía continuar así.
Sólo se vive una vez. Grace tenía ilusiones, metas, propósitos, sueños..Pero poco a poco aquella ciudad estaba acabando con ella.

1 comentario:

  1. En días como estos, un escrito como éste me hace pensar que no estoy tan loca por los pensamientos que inundan mi cabeza.En días como el de hoy, un escrito así me hace derramar lágrimas que se escapan de mis ojos, y que inevitablemente son producto de la emoción que me causa leer algo así de triste.

    ResponderEliminar