Pendiente de un hilo

Asustadiza, arropada con las mantas, acurrucada en un extremo de aquella habitación..
Inestabilidad. ¿Qué había sucedido para llegar a sentirse así?
Nostalgia, ¿miedo?, añoranza y tristeza la invadían.

Sentimientos contra los que no podía luchar. Puñaladas directas al corazón que acababan por tornarlo ya no sensible, sino duro, como una roca. Y frío como un témpano de hielo.
No podía evitarlo. Se le metió en la mente la neurótica idea de que para no sentir dolor, debía volverse dura, implacable, en dos palabras, debía volverse furia.

Furia, aunque en realidad no era así, debía de conseguirlo..dura como hielo, de manera que nadie fuese capaz, ni tan siquiera de hacerle un rasguño..
Un alma atrapada en un cuerpo con sentimientos..
¿Cómo sentirse bien si debía de llevarse por delante cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino? No sabe si sería capaz.

Una parte de ella le decía que parase y otra parte, más fuerte y convincente que la anterior la animaba a seguir. Y así lo hizo.
Así fue como casi sin darse cuenta, se sumió en una espiral de drogas, sexo y prostitución. Era una especie de autocastigo. Una manera casi desesperada de hacerse trizas el corazón, las piernas y la razón.

No podía seguir viviendo en aquella realidad, quizás era más fácil darse a la "buena vida" ¿por qué no? Hacer lo que le placiese al cuerpo..Lo echaba demasiado de menos, ya nunca volverían los días soleados, ni las noches de un cielo estrellado..Ya sólo quedaba vivir, vivir cada suspiro de sus días como si fuese el último.

Aunque realmente ella sintiese que se le escapaba la vida en cada uno de esos suspiros. Era como una vela. Como la llama de una vela. Que se apaga poco a poco. Se consume. Hasta que muere. Aunque creo que las velas no se drogan, ni ejercen la prostitución, ni se mueren de pena por un minuto de amor.